Este fin de semana le han tirado piedras a un negro.
Lo he visto con mis propios ojos por la tele, en un video de apenas 3 minutos en los que varias personas, algunas incluso con perros que ladraban con rabia, le insultaban y le decían cosas horrorosas que, sin duda, si sus abuelas les oyeran decirlas les lavarían la boca con jabón. Reconozco que me he sentido, en parte, insultado como miembro de la raza humana al ver como esos energúmenos trataban de agredir al negro a base de cantos rodados y gruesas amenazas. La policía ha tratado de detenerlos, incluso a uno de los agresores que se cayó le ayudaron a levantarse para que no se hiciera daño mientras seguía amenazando al pobre negro, pero ni aun así de han detenido en sus amenazas.
Ha sido muy duro, de veras, ver como todavía existe gente que disfruta del deporte neandertal de agredir a una persona por su raza, o porque sus ideas o forma de ser no les gusta y, por lo tanto, es mejor callarlos que simplemente tratar de razonar y llegar a un consenso democrático de respeto mutuo.
Pero las piedras han volado, los insultos se han dicho, y para siempre, y para mal, esos racistas violentos tendrán que vivir toda su vida con el recuerdo de que en algún momento de sus vidas han tratado de abrirle la cabeza a un negro mientras le decían cosas muy feas de su madre.
En esta lotería de videos que he tenido que ver por Youtube (un sitio lleno de amor donde “todo” puede verse) me encontré con un video ya antiguo donde otro grupo, esta vez de machistas, le deseaban la muerte a una mujer que, indefensa ante la jauría de misóginos, permanecía quieta y orgullosa de sus ideas ante un grupo que para defender sus argumentos sólo tenían movimientos característicos de orangutanes que no saben más que romper árboles para poder disfrutar del sol, pues moverse y tratar de hallar un claro es algo que nadie de su entorno, y mucho menos sus jefes ideológicos, les han mostrado como una idea tangible. Así que esa rubia mujer ha tenido que ver como decenas de gargantas apestosas le escupían deseos que me niego a repetir sobre su familia y su futuro, sobre su útero y su vagina, sin que ninguno de ellos cayera en que eso que estaban perpetrando, eso que les estaba llevando a hacer una rabia ciega sin lecturas a las espaldas, es justo lo que nunca querrían que les hicieran a sus esposas, hermanas, abuelas o tías.
Pero al igual que con el negro que he comentado antes, hay “personas” que solo saben ser así, y no lo digo como una excusa para quitarles culpa, ni mucho menos, sólo les describo, les coloco en su lugar: en la celda donde deberían sacrificarse a los perros rabioso que demuestran demasiadas veces el odio irracional que puebla sus venas.
Así que, resumiendo: este fin de semana he visto como dos personas han sido agredidas e insultadas, y una era un negro y la otra una mujer.
Yo, y a diferencia de lo que hacen muchos cuando están en ese lugar y que desde luego el negro y la mujer que han sufrido estos deleznables actos no han hecho ni nunca harán, no les considero victimas, solo un par de personas libres que han sido la diana de unos gilipollas descerebrados que han optado por dejar salir su animal interior antes de pensar.
El negro y la mujer (dos adjetivos que muchos de los becerros que he visto lanzar piedras e insultar han defendido en el pasado) algunos, cuando vean en los videos quiénes son y cuáles son sus banderas, dirán que se lo merecen; que lo buscaban; que de no estar ahí nada de eso les habría pasado.
Y tienen razón, ¡joder!, hay gente que según esta lógica acaban encontrando lo que buscan por estar donde no les llaman en el momento menos oportuno; y por eso creo que lo justo sería decirles lo mismo a los judíos de la Segunda Guerra Mundial, a las mujeres en Arabia Saudí o a los homosexuales en la Cuba Revolucionaria.
¿Qué hacíais ahí?… es que ibais provocando…
¿O no?
Lo de ser gilipollas viene de serie.
Manuel que los neardentales eran más pacíficos y amantes de la naturaleza que nosotros…hemos de ser testigos de esas aberraciones y en la medida de lo posible denunciar como tu ahora que somos más los que no queremos esto ¡joder!