La ceguera de la humanidad solo es comparable con las ganas que muchos tienen de vivir de la nada o de ser aplaudidos por malas acciones que, hijosdeputa ellos, realizan con total impunidad al saber que nadie, nunca, levantará la voz en su contra. Y es que es, en cierta medida, sencillo vivir en el presente y ver realizados tus sueños más húmedos: solo debes tragar, no plantearte nada de lo que hagas y pasar de pensar por ti mismo.
Solo sigue al rebaño, repite las mismas estupideces, y a vivir del cuento.
La práctica, por desgracia, cada día es más adoptada que atacada, pues los pocos que aún somos consciente de lo retrasados mentales que parecen todos los que se suben a cualquier barco con tal de no ser señalados por los más idiotas del pesebre (que, sin duda, sobn los que tienen más poder porque suelen protegerlos ideales masivamente aceptados, de nuevo, por miedo a la masa ciega), nos vamos quedando solos en nuestro rincón de los disidentes, de los malentendidos, de los, en definitiva, tarados que no abrazan sin contemplaciones lo que el globalismo nos trata de meter por el culo para que lo saquemos por la boca como muñecos de ventrílocuo.
Porque sí, amigos, como dijo un genio de nuestros días: la tiranía de la igualdad, poco a poco, nos está convirtiendo en descerebrados agradecidos.
Y, por desgracia, cada día que pasa sé que he conocido en mi vida a cada vez más hipócritas que, años atrás, estaban conmigo en la lucha por la libertad total subiendo en una catapulta a los que seguían empeñados en meternos a todos a la fuerza en un mismo saco y después cerrarlo y tirarlo al río de la corriente “bien señalizada”, pero, como ya dije hace tiempo, el tiempo os ha acabado colocando en una situación en la que vuestro yo del pasado os daría de hostias si os viera, pues representáis lo que odiabais, lo que apartabais como la lepra, lo que os atacaba y maltrataba y os hacía la vida imposible; pero el comer es el comer, ¿verdad?, y donde se ponga un mendrugo lleno de moho que se quite los ideales, la constancia y la integridad.
Vosotros sois los peores, los más ciegos, pues no habéis acabado así por idiotas ni porque os hayan vendido con mejor purpurina la mayor mierda de la tienda: cerráis los ojos voluntariamente por una supervivencia falsa que sabéis que no le da buen sabor a la polla que os van a hacer comer al cabo de no mucho tiempo.
¿Y cuál es la solución?, pues yo soy de los que prefieren hacer las cosas apartados del gentío, de las mentiras y las falsedades y, así, cuando llegue la hora de dormir no sentirme una monumental mierda falsa y exenta de alma.
¿Pero qué sabré yo?, solo soy alguien que hace lo que quiere, opina lo que quiere, y por eso, solo por eso, está recibiendo todos los golpes que, en teoría, muchos pensábamos repartirnos con tal de ganar la partida.
Qué sabré yo, ¿no?