Hoy voy a ser breve.
No estoy de humor.
Vivimos sin duda en un presente de los que le quitan a uno las ganas de levantarse por las mañana. Todo está en nuestra contra. Ya sea en forma de presidente que no sabe ponerse correctamente correctamente una mascarilla o abrir un paraguas, con vicepresidentes que hacen todo lo que unos años atrás animaba a sus fieles a destruir, o ministras que o no saben hablar o casi mejor que ni lo intentaran. Pero nadie despierta.
¿Para qué?, ¿verdad?
Solo estamos cayendo poco a poco en la peor de las pobrezas, en los más profundos de los pozos de la incultura y de la falta de esperanza por un bienestar digno.
¿Para qué nos vamos a levantar? ¿Qué sentido tiene?
Es decir, pase lo que pase está claro que los más lameculos, los estómagos agradecidos con cerebros vacios del mundo seguirán levantando sus banderas del odio o insultando y atacando a los que no les han hecho nada mientras se ponen de lado ante las mentiras más burdas de los que toman como sus salvadores. De aquellos que se empeñan día tras día en rompernos las piernas para vendernos después ya no muletas, sino ramas que podríamos coger nosotros mismos del árbol más podrido del bosque; y los odiadores profesionales seguirán aplaudiéndoles porque no llega a más, porque no quieren formarse, y porque cuando algo te lo han metido por el culo hasta incrustártelo en el corazón es muy difícil que ni la peor de las hambres o la más inmunda de las pobrezas hagan que una chispa les despierte el cerebro.
Pero ahí están, en esta foto, siendo los que mueven nuestro mundo, los que nadie se atreve a señalar, y encima los primeros que quieren eliminar y tachar, por ejemplo, a gente como yo. Algo, todo sea dicho, muy “antifascista”.
¿Creéis que vale la pena intentar que la cosa mejore mientras cinco imbéciles, que no sabrían ni defender con sus propias palabras eso que gritan, se han coronado como los portadores de la moral y de la razón?
¿De verdad pensáis que hay alguna salida para nuestra sociedad si la mayoría de nuestros semejantes siguen con la cabeza metida en el agujero de las mentiras cómodas y con tacto de seda ignorando la verdad que siempre estará ahí pese a quien le pese?
¿No estáis tan cansados como yo?
¿Qué necesitan esta «gente» para detenerse y, simplemente, pensar?