RESEÑAS DE LIBROS QUE NUNCA LEERÉ (50 sombras de Grey)

Lo primero con lo que se me debería atacar al escribir esto es, obvio:

¿Por qué críticas algo que nunca has/vas a leer?

Y la respuesta es, también, bastante obvia: porque a veces las críticas de los demás, les haya gustado o no algo, son suficientes como para tener nuestra propia opinión al respecto, ya sea por camaradería/odio/desconfianza con tus fuentes o, sin más, porque algunas locuras de masas es mejor no tocarlas ni con un palo.

He querido centrarme en este indescriptible libro (el primero, porque si hablo de los otros tres que salieron después iba a salirme un texto muuuuuuy largo) porque tuve que tragar tanto en su día, e hizo reír tanto a mi mujer que, con el permiso de los Pilares de la Tierra o La Sombra del Viento, me he decantado por este.

 

ESTA RESEÑA CONTIENE PEQUEÑOS SPOILERS, ADJETIVOS DESCALIFICATIVOS, Y TANTA MALA BABA

QUE POSIBLEMENTE ALGUIEN SE OFENDERÁ

(A ESTOS ÚLTIMOS LES DOY LAS GRACIAS DE ANTEMANO)

 

Con vuestro permiso, transcribiré una conversación que tuve con una fan declarada y orgullosa de la saga,  con la que tuve el extraño honor de trabajar, y que dice así:

─Joder, Manu, es el mejor libro que he leído en mi vida.

─¿Cuántos has leído?

─Bueno… este.. ¡y el de la autoescuela! ─literal, lo juro…

El problema que tuvo este libro en la inteligencia de la humanidad fue que le dio a los millones de personas que no suelen leer (y a los que respeto porque cada uno gasta su tiempo en lo que quiere) algo que los fans de las letras tenemos desde siempre; un nexo común y una conversación interesante con los que han leído también la novela. Descubrieron que hablar de algo que no fuera la televisión era divertido, y que llevar un libro en las manos, emulando las carpetas universitarias, les daba un toque intelectual y distinguido que ningún bolso de marca o peinado de boda les podía otorgar. El problema vino cuando leérselo paso a ser una moda, algo que si no hacías te convertía casi en un paria (¿Saga Millenium?, otro día iré con eso), e hizo que cualquiera, incluso los que solían leer, se lanzaran de cabeza a descubrir porque esa historia de chico rico y chica normal se enamoran estaba arrastrando a tanta gente, y descubrieron qué era lo que de verdad unía a toda esa masa; la total falta de gusto literario y el fanatismo por las escenas y frases más insulsas, insultantes y absurdas que nadie había siquiera imaginar (ni siquiera genios del humor como Terry Pratchett o Christopher Moore). Mi compañera de trabajo me reconoció que se llegó a poner cachonda con alguna de las escenas que leyó en el libro, por eso cuando mi mujer lo leyó un día de piscina porque, palabras textuales, A ver qué mierda es esta, me lleno de alegría ver como se carcajeaba de alguna de las situaciones de la obra y como, al llegar al sexo, las risas seguían creciendo. Cualquiera que con lo que me leyó mi mujer, lleno de metáforas sin sentido y descripciones que le bajarían la erección a Nacho Vidal, logre ponerse a tono, está dando a entender sin miedo que en su cama hay una monotonía de que mataría de aburrimiento al peor de los presidiarios.

Entre las escenas más surrealistas y estúpidas del libro está el capítulo entero donde hablan del contrato que la protagonista (después entraré en sus personalidades) debe firmar para poder acostarse con Grey, donde hay clausulas sacadas de la Santa Inquisición más machista y retrasada, o aquella en la que el guapo y rico chico aparece en todas partes donde ella está porque le ha “pirateado” el móvil y puede localizarla (¿control enfermizo?, ¿ansias de posesión delictiva?). En todas estas partes de la historia, ella, una periodista virgen con menos conocimiento de lo que es el mundo que el que puede tener una cagada de pájaro, entiende que todo eso lo tiene que hacer por su bien, ya que el enigmático Grey tiene su pasado, con sus problemas, y lo hace todo porque la “quiere”. ¿Qué mensaje podemos sacar de esto?, pues dependiendo del lector he llegado a oír cosas como amor verdadero, lo que todas las mujeres queremos, entrega total a la pareja, y demás lindezas que nos hacen plantearnos la sociedad en la que vivimos y el lugar donde vamos a acabar todos muy juntitos y con los contratos bien firmados.

Lo que más me impacta, y que a nadie he creído escuchar, es que esta novela este tan alta en la estima de personas que, en su día a día, se ofenden por chistes machistas, monólogos subidos de tono, temas políticos que ni comprenden, o si su hija de doce años sale de fiesta con una falda demasiado corta. Este tipo de personas son las que llevan a cuestas la normalidad del mundo, como he dicho antes, en dirección a un precipicio tan profundo y lleno de zarzas al final que, sin duda, nos merecemos el mundo que pisamos y las tontadas que tenemos que tragarnos cada día de aquel amigo o este familiar. Estamos rodeados de lo que hemos sembrado con el único fin de ser aceptados por una gran masa de lectores esporádicos que, según parece, tienen más criterio literario del que aquellos que tenemos más libros en casa que Días del Libro hemos vivido.

La lectura, las historias de verdad, los autores que luchan por la libertad en la literatura, se están convirtiendo en camisetas de los RAMONES; objetos que todo el mundo tiene porque está ahí, en todas partes, pero cuando les dices si saben que es simplemente te responden con un Está en el catálogo de ZARA, y no te queda más que asentir y abrir uno de esos libros raros que lees cada día.

Y sonreír.

 

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