Pescado Podrido

Hace relativamente poco alguien me dijo que vendía “pescado podrido”.

Si fuera pescadero la discusión se habría terminado con solo acercarme a la mercancía y oler un poco el tema. Solucionado, tienes razón. Gracias. El problema viene cuando esa apreciación venía a raíz de un comentario que yo había escrito en la censora red social de Facebook.

Era el siguiente:

Vivimos en un presente en el que discrepar de algunas ideas o dogmas es sinónimo de recibir ataques sectarios y faltos de argumentos.

Por eso practicar la libertad de expresión y hacerle frente a la censura es tan importante; porque si nos callamos, al final nos encerraran en las mismas jaulas donde tan protegidos se sienten algunos…

Bien, si tenemos en cuenta que, primero de todo, mis palabras eran una versión algo más extendida de otro comentario que el gran Arturo Pérez-Reverte había dejado en su Twitter (así que, más bien, lo mío era una inspiración que venía de alguien mucho más inteligente y culto que yo), y segundo, que lo que quería decir con mi post era que la censura en nuestras vidas, en forma de siervos del poder señalando, vilipendiando, atacando e insultando al que dice algo distinto, se está volviendo insufrible y del todo visible en nuestro día a día, y remataba el tema animando a la gente a que no se callen nada, y pierdan el miedo a plantarle cara a los que les impiden ser ellos mismos: ¿el comentario del pescado no es, a la vez, un ejemplo tanto de lo que yo pedía a la gente que hiciera como de lo que creo que debemos erradicar?, ¿decirle a alguien, que a su vez dice que estamos siendo censurados y debemos perder el miedo a hablar libremente, que eso es “vender pescado podrido”, y finalizar con un “Déjalo ya, es insufrible”, no es decir que la libertad de expresión solo vale cuando a algunos les gusta?, ¿o que, directamente, no es buena?

Quizá viniera porque mis inclinaciones políticas (apolíticas más bien, pero muy críticas con algunos sectores nacionalistas) le molestaban desde hacía tiempo, o porque para él Facebook es solo una pantalla para venderse, en lugar de ser una en la que podemos poner lo que queramos cuando queramos (excepto si pones unas esvástica dentro de un meme crítico con el gobierno actual… ahí ya os digo que no importa el contexto y directamente eres expulsado de este selecto y falso club). O quizá es que tenía un mal día y, sin más, me volvió a tocar a mi pagar el pato, porque todo el mundo sabe que los comentarios de este tipo, sin más, me sudan mucho los cojones, y me convierto ipso facto en un saco de boxeo perfecto para que algunos perfeccionen el noble arte de atacar indiscriminadamente al que “simboliza” algo que está bien visto golpear.

Es curioso como últimamente la gente no lee bien, y se dedica a atacar a este o a aquel solo porque creen que representa algo, o porque al haber dicho que algo que se comen con patatas es malo ya es, al momento, parte del enemigo. Parte del problema. Aquello que les quita el sueño y les impide ser todo lo fascistas que les encanta ser en la intimidad de sus sesos.

Es curioso cómo, en esta realidad que estamos recorriendo, seguimos sin saber mirar atrás para descubrir las mentiras que nos dan de comer los politicos con pala igual que a cerdos sebosos, a punto de convertirse en esos jamones salados que venden en el Aldi.

Es curioso cómo, día tras día, los que queremos seguir viviendo con la misma libertad que hace apenas 2, 5, 8 o incluso 10 años, seamos los malos y las piezas de dominó que hay que quitar de circulación.

Es curioso, muy curioso, que huela a podrido la verdad y no la mentira.

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