Los riesgos de mezclar churras con merinas

En el mundo del artisteo siempre han habido listos y tontos, y el que es inteligente sabe diferenciarlos y así ahorrarse un buen dinero dando de comer a pobres mendigos intelectuales. Y ojo, no estoy diciendo que yo posea la verdad absoluta ni nada por estilo, pero incluso alguien devorado por una ideología hasta el punto de no ser capaz de mirar más allá de su ombligo a la hora de entender qué pasa a su alrededor puede, en su limitado conocimiento, comprender que hay mucho boca chancla y lameculos profesionales, demasiados tontos útiles o que hablan solo porque les dará rédito, en el mundo cultural español.

Y sí, me voy a centrar en el español porque vamos sobradísimos de idiotas, y porque si no tuvimos bastante en su día con los payasos de la cejita de ZP, ahora tenemos que soportar a futbolistas que no saben ni cuándo nacieron (Iñaki, Iñaki… con lo guapo que estabas callado sin ser el esclavo de nadie), a cantantes de heavy y gorrones profesionales de cerveza hablando de fascismo (ahora hablaré de Angelus Apatrida), a aprovechadas sin talento defendiendo a violentos (que la “feminista” Rozalen, una tipa que se hizo famosa porque un niño asesinado oía sus canciones, defienda al violento Hasél es de traca) o a taradas mentales metidas a escritoras defendiendo la persecución política (Rahola, Rahola… ¿sabes que eso que hiciste en Twitter es delito?).

Es decir, la flor y nata de nuestro patrio abanico cultural.

Así nos va.

Para centrarme un poquillo, hablaré de esos músicos que tendrán algo de talento a la hora de rasgar una guitarra o de cantar, pero cuando deciden tocar temas políticos resultan más patosos y chistosos que un elefante poniéndose unos pantalones. Y es que es lógico que en cierto sentido los que pertenecen a estilos musicales muy poco politizados quieran subirse al carro mediático que da, por ejemplo, el rap o el punk, porque todos estamos de acuerdo en que, por ejemplo, Ska-p o Los Chikos del Maiz nunca han ocultado su amor por la estupidez intelectual o por la manipulación de la historia (defendiendo al Ché, un asesino de homosexuales, o pidiendo otro Paracuellos, mientras piden buscar los muertos de la cunetas… en fin), pero al menos les ves venir y ahí tu ya escoges si bailar con encefalograma plano o huir. Pero resulta muy divertido ver a cantantes de pop o heavy entrar en caminos fangosos que solo busca dos cosas: quedar inconscientemente como unos imbéciles integrales, o ganar cierta publicidad a base de hacer el más calamitoso de los ridículos hablando de cosas que ni sabrían deletrear. Pero, ojo, si los fans más apesebrados de sus conciertos les aplauden, allá ellos, pero que no lloren cuando los que usamos un porcentaje elevado del cerebro les ponemos ante sus narices que por mucho talento que haya en su arte, por mucho ruido o fama que tengan, eso no les va a convertir en personas útiles o dignas de ser alabadas, ni merecerán un mínimo de ese apoyo que acaba dándoles de comer siendo personas que no comprenden, o no quieren comprender, cómo funciona el mundo. Para muestra los becerros de Angelus Apatrida, unos gorrones profesionales y cabestros en potencia (sé de buenas fuentes que tienen las mismas luces y lecturas a sus espaldas que los Crim o los Crisix) que aprovechando que salía su nuevo disco no han parado de hablar de política (apestando al comunismo más repugnante) o de libertad de expresión (defendiendo al Hasél: un pijo de familia bien que anima a matar policías y que golpeó a un testigo en  el juicio donde estaba siendo juzgado), al tiempo que animaban a censurar y atacar a quienes no caminaban a su lado.

Contradicciones de primero de parvulitos, vamos…

Olvidaros de los Miguel Bosé hablando de conspiración (que visto lo visto le fallaron las formas, no los argumentos) o de Sherpas (más quisieran todos los “tipos duros” del presente haber vivido o leído la mitad de lo que este legendario bajista), porque ellos no son el problema, sino la solución, pues a diferencia de los que ahora van de eruditos, estos dos pueden decir algo que ninguno de los otros pueden: sí van contra el sistema establecido. Y es que hay algo que mucha gente no entiende, y es que abrazar y aplaudir discursos que no te traen problemas en los medios o redes, o que incluso muchos te piden que apoyes, es de esclavos, es de aprovechados y, sobre todo, es de personas planas y que se saben perdedores  natos, personas que sólo siguiendo la cuerda que la profe dice que no sueltes son capaces de conseguir aplausos de esa masa ciega y aborregada que mueve, por desgracia, un mundo que solo teme al otro por miedo a que les quiten los chiringuitos (¿no habéis visto el patinazo de esos dos “directores” a los que llaman Los Javis?, pues ya tardáis…).

Y hoy despierto con una lista de 200 “artistas” (directores, actores, músicos, grupos…) firmando una carta, que más bien huele a una obligación para recibir subvenciones, por la liberación del payaso del Hasél, demostrando así que el miedo a morir de hambre o a tener que trabajar de algo más que de sus dudosas cualidades artísticas es más fuerte que el simple esfuerzo de abrir un libro, o una web, e informarse de verdad sobre porqué realmente han metido en la cárcel a este descerebrado violento lleno de odio hacia sí mismo y lo que su adinerada familia significa (más o menos igual que le pasa al “exiliado” del Valtónyc; otro inútil integral movido por una violencia fruto de sus pocas luces y sus innumerables complejos). 200 “artistas”, amigos, 200 personas o grupos que han preferido bajarse los pantalones a pensar, que han optado por comprar una mentira institucional a rebelarse contra los culpables de un 2020 que les ha dejado en bragas, solamente porque es lo que el sistema ve aceptable y bueno y, por ende, todos sus seguidores más sectarios e imbéciles.

La cultura de masas hace años que no es más que la ramera del poder, y esto no es algo que debería sorprenderle a nadie. El miedo a arriesgarse y ser uno mismo a base de pensar y razonar libremente, es un trabajo demasiado duro para los que se saben intocables a base de tener hordas de descerebrados cantando en sus conciertos o pagando la entrada a sus teatros o cines. Es fácil agacharse y lamerle los huevos al que te “impide” vivir de tu arte si no haces lo contrario, pero estamos en una época en la que la expresión artística verdadera, esa nacida de la libertad total y la falta de miedo por el qué dirán, murió encima de un charco de sangre fruto de las puñaladas por la espalda de los que le deben, sin saberlo, todo.

Ccon sinceridad: ¿a alguien le extraña que estemos como estamos?, ¿alguien cree que podemos ser un pueblo culto y libre si aquellos con medios para mostrar una comportamiento digno de aplauso se bajan los pantalones y se embadurnan de vaselina por miedo a que les señalen?

¿Creéis, sinceramente, que gente que está defendiendo el socialismo mientras comen langosta, o a un tipo como Hasél mientras ni saben qué a hecho más allá de insultar al Rey, son dignos de un aplauso?

Yo, sinceramente, digo alto y claro que NO.

Deja un comentario