Los primeros censores: nosotros

Viva al Che. Viva Aznar. Viva Iron Maiden. Viva Stalin. Viva Pol Pot. Viva Alá. Viva la Pasionaria. Viva Pitingo. Viva la Guardia Civil. Viva Beauvoir. Viva la Legión. Viva Melendi. Viva ZP. Viva Cristo. Viva a Iglesias. Viva Paglia. Viva Alejandro Sanz. Viva Franco. Viva Broncano. Viva Hitler. Viva Maduro.

¿Cuáles de las anteriores afirmaciones os han molestado más?, ¿cuáles creéis que nunca hay que decirse? ¿Por qué?

Pues, me temo, que si habéis contestado alguna de las anteriores preguntas señalando uno o varios de mis vivas, lo siento, pero no defiendes la verdadera libertad de expresión. Es más, seguramente harías cualquier cosa, en algunos casos, para que no pudiera decirlos no solo yo, si no nadie más nunca jamás. Pues, me vuelvo a temer, que además de no entender ni respetar la libertad de expresión tú, amigo, eres un totalitario de mierda y un censor digno del peor Gran Hermano.

Ya lo siento, la verdad. Pero es así.

Estamos rodeados de mil opiniones, muchas de ellas nos molestan o desagradan sobre manera, pero hemos perdido la capacidad de darle la espalda al que diga algo que no nos gusta y, sin más, seguir caminando. Dejarle decir. Dejarle expresarse. Si en algún caso cualquiera de ellos da un paso en la dirección incorrecta, saliendo del círculo de la legalidad, entonces ya sí que os animo a armaros con un hacha y darles caña. ¿Pero impedir que alguien diga algo?, ¿qué alguien posea una idea, una ideología, una opinión?, ¿censurar a quien sea para que no pueda opinar libremente sobre sus gustos, creencias, ideas, solo porque no estemos de acuerdo?

Mmmm, me parece que no.

Cerrar una ventana, un libro, una televisión, un periódico para no ver lo que no nos gusta en la intimidad de nuestras casas es lógico y del todo respetable, e incluso sano, pero cuando pretendemos cerrarlos para todos los demás solo porque tenemos el poder de hacerlo, solo porque nos creemos superiores moralmente al que levanta la pancarta de otro color, no es más que una muestra irrefutable de que tienes en tu interior al peor dictador de todos, al que se cree que silenciando a los demás por la fuerza consigue que sus seguidores sean mayoría y, ante todo, incapaces de pensar y de ser libres realmente.

Y, por desgracia, poco a poco nos estamos acercando a este mundo que describo, a uno en el que por redes sociales, en los trabajos, entre amigos, nos tachamos e impedimos que alguien digan lo que quiera, sobre todo si es contrario a lo nuestro, por miedo a debatir o tener un intercambio sano de ideas sin que ningún “bando” trate de destruir al otro. Porque los zascas, los memes, las burlas, no son más que niñerías que muchos toman por una censurable libertad de expresión, por cosas que no deben hacerse o decirse o de lo contrario serás señalado. Y así es.

Y yo digo: Viva la libertad de expresión real, porque eso es algo que muchos no quieren decir ni fomentar porque, en el fondo, les da miedo escuchar a los demás decir algo contrario a sus ideas. Y esto, seguramente, pasa porque no tienen bien amueblada su mente, no tienen claro qué ni por qué lo defienden, y aún así para ellos gritar e insultar suele ser mucho más sencillo y, visto lo visto, gusta más porque conlleva menos esfuerzo que leer, formarse, y pensar.

Vuelve al principio, lee mis vivas: ¿todavía te molesta ver alguno de ellos escrito?

Entiendo…

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