La Ana Bolena Negra

Comencemos tirando de historia.

Ana Bolena fue reina consorte de Inglaterra por su matrimonio con Enrique VIII.

En 1532, antes de su matrimonio con ella, el rey le concedió el marquesado de Pembroke, creado sobre el extinto condado; era la primera vez que se concedía a una mujer un título de nobleza hereditario.

Es decir, por empezar dejando las cosas claras con una pequeña nota sobre la mesa: esta fue la primera mujer en tener un título de nobleza hereditario.

La primera. La pionera.

¿Empezáis a unir cabos?

Vivimos en una sociedad con una cultura tan nociva y llena de etiquetas y obligaciones a la hora de contentar a los idiotas iletrados que son incapaces de aplaudir la figura de una mujer pionera blanca, y por eso las productoras se ven obligadas a incluir estúpidamente un par de identidades más (negra y lesbiana) en la ecuación para contentar a las femicharos de turno o los chiringuitos rollo #metoo o BLM. Este machismo y racismo encubierto en el que una mujer blanca inglesa no puede ser la protagonista de una serie donde la protagonista es una figura histórica mujer, inglesa y blanca, está siendo normalizado por quienes necesitan con todas sus fuerzas gritar a los cuatro vientos qué son o qué les gusta, cuando la evolución social con respecto a es punto nos lleva a todos a no pensar, y siquiera interesarnos, en el color de la piel de la gente o a quien se folla.

Mientras sean buenas personas y no se inmiscuyan en mi vida y mi libertad, ¿qué más me da su inclinación sexual, color de piel y nacionalidad?

Sólo los verdaderos racismas y machistas, aquellos que no saben quererse o anteponen quiénes son a lo que hacen, son capaces de aplaudir tonterías como poner a una mujer negra protagonizando una película sobre Ana Bolena; y además hacerla lesbiana. También son, por supuesto, unos hipócritas de manual, pues muchos de quienes aplauden esta mamarrachada atacaron en su día a la Johansson por querer hacer el papel de una mujer trans o impiden a cualquiera que no sea negro a llevar rastas en paz. Por no hablar de pintarse la cara para disfrazarse de tu ídolo, o de mujer para hacer el tonto en carnavales.

Pero las fichas de domino van cayendo poco a poco y las tonterías de este tipo acaban hundiéndose en taquilla o streaming (Eternals, Angeles de Charlie, etc, etc), demostrando a quienes deberían hacer bien su trabajo a pensar antes en la calidad que en los aplausos vacíos, en la verdad antes que en la purpurina para bebés, en la historia antes que en las identidades, porque de lo contrario su trabajo no será muy distinto al de una marioneta movida por unos dedos lujuriosos dirigidos por el odio hacia quienes considera “malos” en la película mental que se han montado en la cabeza.

¿Apostamos por la calidad e ignoramos de una vez por todos los productos llenos de inclusismo vacío y de postal?, por eso de defender la cultura real, más que nada…

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