Imaginemos algunas historias

Hola.

¿Os apetece jugar a imaginar?, ya sabéis, ponernos en el lugar de otra persona para así, mediante un ejercicio de empatía (por llamarlo de algún modo) tratar de sentir lo que ese “ficticia” ente sentiría. Sé que hay muy poca gente capaz de hacer esto, o incapaces de siquiera intentarlo (por decirlo de un modo más directo), pero como seguramente habréis vuelto de vacaciones, o por ser principio de semana, doy por sentado que vuestras energías deben estar al máximo.

Así que, sin más dilación, juguemos un ratito.

A ver cómo os sienta.

Vamos a hacerlo en modo flash, es decir, usando escenas lo más breves posibles, y me alejaré de populismo de mierda o victimismos estúpidos mediante, simple y llanamente, la descripción de casos reales que conozco o he leído o visto. Porque, además de escribir a toda hostia, tengo otra maldición; hablar con cualquiera que se cruce en mi camino sobre temas diversos y personales. Ya sabéis, ese tipo de conversaciones que muchos no queréis tener con un desconocido por miedo a que no esté en vuestra ideología y, ¡por supuesto!, se vuelva un enemigo más a tumbar.

Sois muy simples algunos, lo sé.

A ver… por donde empiezo.

 

-Tus padres llevan toda la vida trabajando y ganándose la vida con paz y sin molestar a nadie, y un día, de camino a la compra, un Mena le da un empujón a tu  padre, que se parte la cara contra el suelo, mientras otro le arranca del cuello a tu madre la cadena de oro de su comunión, segundos antes de empujarla también, haciéndola caer de espaldas. Pero tranqui, que esos chicos son solo victimas del sistema en el que viven.

-Llevas años trabajando y tienes el sueño de gestionar un par de pisos para, así, tener ingresos extra mediante los estudiantes a os que se los alquilas. Ya tienes dos, y estás muy orgulloso por ello, pero un lunes te llaman para decirte que alguien ha entrado en uno de tus pisos, destrozando la puerta y metiendo dentro no a una familia de “refugiados”, sino muchas cajas extrañas, y lleva un par de días subiendo por el patio interior un olor nauseabundo mezclado con barullo soez y gritos poco respetuosos con el descanso de los demás. Cuando llamas a la puerta te topas de frente con un negro enorme que, con un machete en la mano, te dice que te vayas a tomar por el culo o te cortará el cuello. Pero tranqui, que como las casas no las usabas para vivir es normal que nadie crea que eso es un delito; la culpa es tuya, por ser un sucio capitalista.

-Tu hija tiene 18 años, y ha salido de fiesta con sus amigas por el centro de la ciudad. Está muy contenta porque, ¡al fin!, es mayor de edad, y eso también te hace feliz porque ha comenzado ese genial camino que conlleva forjarse un futuro. Cuando te levantas al día siguiente ella todavía no ha vuelto a casa. Llamas a sus amigas, y nada. Llamas a la policía, y nada. Llamas a los hospitales, y nada. Al cabo de tres días te llama la policía y te anuncia que han encontrado un cuerpo que, tras la autopsia, identifican como el de tu hija. Ha sido violada durante 12 horas por 10 inmigrantes ilegales, lo que ha hecho que, completamente destrozada tanto física como mentalmente, muriera antes de ser arrojada en un descampado de las afueras. Pero tranqui, que son cosas que pasan, además solo era tu única hija, así que olvídate de llegar a ser algún día abuelo.

-Después de un duro día trabajando de camarera, solo te queda despachar a un par de mesas de la terraza y, tras eso, volver a casa donde te espera tu fiel perrito Galleta (sí, es un nombre tonto, pero es TÚ nombre tonto). Cuando sales a avisar a los clientes que vais a cerrar, una de las mesas, ocupada por cinco marroquíes bastante ebrios y que se han quitado la camiseta, comienzan a insultarte diciendo que ellos se irán cuando quieran. La otra mesa que queda, con siete chavales de la zona (uno de los cuales siempre te ha puesto ojitos), se percata de la escena y les dicen a los marroquíes que tienen que irse, a lo que estos contestan que se vayan a la mierda, y que “la zorra” se puede ir con ellos. Esto hace que los chicos, algo hasta los cojones de hacia donde se está yendo el barrio, se levanten y les digan, de nuevo, que paguen y se vayan. Entonces empieza una batalla campal en la que, entre gritos de “racistas” o de “hijos de puta”, una silla vuela por los aires y rompe una de las puertas del bar, haciendo definitivamente todo se vaya a la mierda, haciendo que el chico que te hace ojitso comience a golpear a uno de los marroquíes con tantas ganas que le deja medio muerto en el suelo, donde ninguno de sus “amigos” le ayuda porque han huido en cuanto se han olido perdedores. Pero tranqui, porque ha sido todo causado por el alcohol, no porque unos se crean dueños del mundo y los otros se hayan aburrido de confiar en la justicia.

-Eres un crío de veinte años (y digo “crío” porque la generación actual es incapaz de alcanzar la madurez que nosotros teníamos a esa edad) de familia adinerada. Tus dos padres trabajan y no te falta de nada, pero el aburrimiento del que cree que no tiene libertad porque no puedes llegar a casa a lo hora que quieras (ya sabes, chaval, “su casa, sus reglas”), te lanza a buscar nuevas amistades. Una de ellas es la de un chico que, entre porro y porro, te habla de comunismo y de los obreros y de lo malos que son los ricos y de lo genial que sería destruirlos para así poder estar todos a la misma altura. Tú ves en él un ejemplo, alguien en quién te gustaría convertirte, y poco a poco acabas metiéndote en casas okupas, fiestas ilegales, ideologías identitarias y políticas muy excluyentes con cualquiera que no os bailen el agua. Acabas saliendo a “tomar las calles”, a atacar a quien te han dicho que es el enemigo y que tachas de fascista, facha o racista, lanzándole piedras y botellas de vidrio. Un día te detienen y, cual caballero azul, tus padres pagan la fianza y te llevan de nuevo a casa en su recién adquirido BMW. Pero tranqui, porque a la semana siguiente piensas seguir luchando contra la pobreza y el machismo, mientras pagas con la tarjeta de papá  las litronas y la ropa con símbolos que no comprendes y que vende aquella tienda del callejón con un poster con la cara de Stalin detrás del mostrador.

-Vives en un país algo pobre, en el que a base de ahorrar y trabajar duro podrías comprarte unas tierras y cosechar tus propias verduras para venderlas después y vivir gracias a tu trabajo. Pero un primo te comenta que hay una manera más sencilla de vivir, y que solo habría que invertir lo que tienes para comenzar tu pequeño negocio. Primero dudas un poco, porque te hacía ilusión ser dueño de algo y libre para vivir de él, pero al final te convencen prometiéndote que en el país destino no habría que trabajar mucho, y que además las chicas son muy guapas y se dejan por el culo (y si no, como dijo tu primo, “ya se dejarán”. Hasta tú te ríes del “chiste”). Finalmente pagas a unos tipos algo raros y te subes a una barca, que remolcan hasta otro barco con bandera española y con un logo de dos manos cochando los cinco con alegría (una de ellas es negra), que a su vez os remolca hasta unas pocas millas cerca del país destino. Enciendes el motor y en apenas una hora llegas a una playa con tu primo y otros 50 tíos, donde os graban mientras saltáis del barco y salís corriendo campo a través, buscando la furgoneta que os han prometido que espera ansiosa para llevaros a las ciudades más cercanas, donde os ayudarán a rellenar papeles para que os den dinero público y os indicarán en que piso debéis forzar la cerradura y comenzar a vivir. Pero tranqui, porque ya no te acuerdas de tu huerto, pues estar en una tierra infantilizada donde mucha gente aborregada te recibirá con los brazos abiertos, e incluso lucharán por tu libertad a invadirles lentamente y sin freno, es mucho mejor que trabajar y forjarte un futuro propio.

 

¿Se os acurre alguna más? Seguro que sí.

A mí se me ha acabado el viaje en tren de camino al trabajo, y por desgracia me veo obligado a frenar estas historias que, de bien seguro, os suenan de algo.

Sé que imaginar a veces es difícil, o que incluso duele, ¿pero hay mejor manera de entender por qué estamos como estamos?, ¿una manera mejor para hacernos de una vez despertar?

Si es así, por favor, decídmela, porque en este tema, y viendo las defensas y los ataques que nos llegan a los que subrayamos la existencia de algunas de estas breves historias, cualquiera diría que tenéis la receta de la Coca-Cola.

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