Fuego Sin Cerillas

Tengo algo extraño que decir: hoy me reído viendo la tele.

Y ahora algo más extraño: aún me he reído más cuando he buscado información pareja por internet.

El motivo principal de este momentáneo ataque de risa en medio de una realidad donde todavía hay un virus que creemos que si no hablamos de él va a desaparecer, donde el debate principal es ver quién tiene más la culpa por la muerte de ancianos en residencias, donde los más “progres” dentro del periodismo y de la política se dedican a ser los que vivirían en la gloria en la época de la inquisición o de la quema de brujas en Salem; en medio de todo esto, en definitiva, lo que me ha hecho gracia es ver como tratan las protestas en las noticias (por llamarlas de algún modo), y después acercarme a internet y ver la realidad.

¡Joder, que hartón de reír!

Y es que no puedo hacer otra cosa cuando veo que en un sitio aplauden, tapan, o medio tratan de ponerle raciocinio a unos actos de completa barbarie (y donde lo primero que habría que hacer es echarles, a todos, agua hirviendo o aceite a ciento sesenta grados encima y, una vez quietecitos y obedientes, preguntarles por qué hacen eso. Ya veréis como ahí sí que nos reíamos todos), mientras que en las redes vemos como las palizas de veinte contra uno con resultados delictivos, los destrozos a vecindarios en modo random, la falta de inteligencia y de conocimientos por la historia a la hora de destrozar estatuas, y, sobre todo, la aborregada lógica que sigue adelante a pesar de todo, continúa en pie, siendo muy parecido a una guerra entre neandertales con el culo escocido por una mala cena peleando por la hembra de la manada.

Tienen la misma lógica detrás de sus actos.

La misma respuesta al temido ¿por qué?

A ver, amigos: los policías que se cargaron a Floys ya están siendo juzgados, el racismo institucional no existe más que en vuestras cabezas y en los planes que los que sacan redito de todo esto, vuestros gritos y soflamas más que daros fuerza os colocan en el rincón de la clase de parvulitos donde se arrodillaba el tonto de clase con su gorro de burro, y vuestra ideología intercambiable de racismo, feminismo, capitalismo, y todos los demás –ismos empiezan a ser más un chiste sin gracia que algo por lo que deberíais siquiera gastar un segundo de vuestras vidas. Unas vidas, por cierto, que tienen para mí la misma utilidad y respeto que la del policía que estuvo innecesariamente 8 minutos sobre el cuello de un delincuente con un historial de crímenes larguísimo que había tratado de timar a un comercio con un billete de veinte dólares falso: cero.

Nada.

Ninguno.

¿Queréis ayudar de verdad al mundo?, ¿luchar por una buena causa sin perder vuestra integridad? ¿Qué os parece un comedor social, o cuidar ancianos, o apadrinar un niño de la India, o no apartaros en el tren cuando alguien se acerca a preguntaros si tenéis una moneda? Ya sabéis, esas cosas que hacen los que no buscan Likes o Retuits, sino que de verdad el mundo cambie para bien, y para siempre.

 

 

 

 

 

 

 

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