Hemos llegado a un punto en que el absurdo está haciéndole todos los días la cama a la pequeña minoría violenta y borrega que habita en España y, por desgracia, ha cerrado muy fuerte sus garras alrededor del corazón del país. No pasa un día en que las élites, protegidas por las focas mediáticas amaestradas porque al menos no es la derecha, no nos traten de idiotas o desmemoriados a base acciones, discursos, cambios de rumbo o usando un lenguaje falso o infantil que, a su vez, le da gas a esa base de peones que hacen ruido, destruyen mobiliario urbano y llaman fascistas a los demás mientras llevan a cabo prácticas fascistas.
Y entre eso y la cobardía de Rajoy seguida del egocentrismo de Falconeti, apaga y vámonos.
La gran mayoría de la ciudadanía (y esto no solo es cierto por las encuestas, sino porque cualquiera que hable con todo el mundo, como yo, descubrirá que el discurso lazi está más muerto que el asesino Companys) está cansada de las anormalidades de un reducido grupo de descerebrados que, lazito amarillo al hombro y bandera Frankestein en el balcón, se han creído muy mucho que son los amos del cotarro. Y a veces, lo sé de primera mano, hacen y deshacen como verdaderos fascistas en sus empresas y círculos de confianza empujados por un revanchismo que no veía desde la EGB. Pero eso no deja de ser una pataleta digna de un niño de teta por demostrarse a si mismo que ellos, los lazis, son mejores en todo al resto de España, y por ende avalados por las afirmaciones repetidas mil veces por sus amados y prófugos/encarcelados líderes, merecen pleitesía y más dinero.
Porque todo gira alrededor del dinero; no os dejéis engañar como los lazis.
SOLO BUSCAN MÁS DINERO.
Por suerte, y al fin, la gente normal y con dos dedos de frente va a manifestarse mañana en Plaza de Colón de Madrid igual que lo hicieron allá por el 2017 tras el discurso del Rey más de un millón de catalanes: sin alborotos, con una bandera real en el corazón y, seguro, de una forma tan numerosa y ruidosa que a pesar de las acciones del gobierno central el próximo martes (que con tal de estar en el poder un ratito más vendería a su madre y al perrete) nuestro país no será el mismo.
Y eso es lo que les jode más a los esclavos del sistema y lameculos del poder; eso y nada más.
Que su “utopía” tiene los días contados.
Los planes de unos pocos, que a base de mentiras y populismo de primero de manipulación han logrado que vuelvan odios del pasado y división entre razas/sexos/gustos sexuales, se van deshaciendo como un castillo de arena en la orilla del mar; poco a poco pero sin opción a la reconstrucción. Y es que a los mentirosos y totalitarios, a estas alturas del juego, ya se les ve venir antes incluso de que levanten el primer dedo, y solo aquellos que no lo ven, o prefieren mirar hacia otro lado por una paz con fecha de caducidad cuando estos rozan siquiera poder, son los culpables del jodido momento histórico en el que nos encontramos, con ruina, paro, odios provenientes de la más profunda ignorancia, recelo a pensar y razonar, miedo a la argumentación calmada, adicción al victimismo y a las medallitas en redes sociales, ofendiditis infantil, o un Síndrome de Estocolmo con respecto a los partidos de izquierda que siempre les arruinan.
Algunos hasta presentan todos estos síntomas a la vez… Pobres idiotas.
Mañana en Madrid la cordura va a demostrarle a los serviles, a los totalitarios, a los que usan rodilleras en lugar de talento o trabajo duro para mantener su plato de comida caliente en la mesa, que sus mentiras y tergiversaciones del pasado, del presente y del futuro no han calado porque no somos gilipollas como sus bases, y únicamente queremos seguir manteniendo nuestra libertad.
Y lo saben.
Mañana, en Madrid, habrá muchas fotos, muchísimas fotos, y los que las usen para atacar y tachar de mentiras a los demás solamente estarán poniendo sobre la mesa una verdad que se empeñan en no ver: su circo, sus falsedades, sus tergiversaciones, han llegado a su fin.
Podrán indultarlos o seguir robándonos todo el dinero que quieran mediante impuestos o sicarios de la Agencia Tributaria, pero su tiempo ya se ha agotado; como se acabó el del chepas.
Tic, tac… Tic, tac…