El silencio del perdedor

Hola, amigo bocazas que hasta hace una semana no dejaba de insultar o llamar de todo a cualquiera que defendiese mínimamente a Ayuso: ¿estás bien?

Tu silencio es algo que, aparte de bello y disfrutable a niveles muy elevados, no deja de ser algo que todos los que usamos más de una neurona sabíamos que nacería en cuanto la realidad te golpease en la cara. Porque, vamos a ver, entiendo que estés escocido al ver que te has quedado sin varias excusas (tales como la baja participación en barrios “obreros” o entre los jóvenes, que es donde más votantes de derechas ha habido) pero, por favor, no nos dejes sólos con tu silencio.

Por favor, dinos algo.

Muchos echamos de menos tus lágrimas y tonterías en las redes, tus bromas sin argumentos o tu forma de llamarnos fascistas a los que te dejábamos claro que estabas viviendo en el mundo de Oz. Yo, personalmente, me levanto cada mañana con el vacío que muchos de vosotros habéis dejado en mi vida con este pesado silencio nacido de la enorme piedra que se os ha quedado atorada en esa podrida y borrega garganta, porque debe ser difícil seguir adelante sabiendo que al fin, ¡al fin!, habéis caído en la cuenta de que vuestros ídolos de barro pintados de oro, esos que ahora os dejan en la estacada y se marchan a seguir ganando fortunas, os han tratado, como muchos insistíamos en que vierais, como un pañuelo tras una mala paja. Tiene que ser duro, amigo, saberte engañado y violado por una ideología y unos dogmas falsos de los que no has sacado más que enrojecimiento en las mejillas, bolsillos vacíos y un odio inexplicable hacia los demás (en muchos casos familiares o amigos). Tiene que ser duro, ¿verdad?

Voy a ser bueno y me dejaré de sarcasmos para que lo entiendas bien: amigo, me alegro de que te hayas pegado la hostia de tu vida.

Me alegro en el alma.

Me hace feliz que la realidad en forma de votos de esa mayoría a la que no perteneces porque tendrías que haber usado el cerebro en su día, te haya sentado en el borde de este precipicio y, poco a poco, tengas que empezar a replantearte tu vida y tus ideas. Ahora, amigo, has llegado a esa encrucijada en la que debes mirar hacia abajo, a ese gran hoyo que tienes delante en el que no encontrarás a los que te han llevado hasta ahí, y por primera vez en mucho tiempo PIENSES. Venga, inténtalo; PIENSA.

¿Por qué estás aquí?, ¿a qué se debe este baño de realidad?, ¿quién es el culpable?, ¿puede ser que tus adorados medios te hayan mentido?, ¿y esos políticos que han perdido y están, igual que tú, en completo silencio por miedo a que se descubra el pastel?

¿Vas a tener el valor de levantarte y decir vale, lo reconozco, he sido un gilipollas, pero ahora tengo los ojos abiertos y me toca seguir adelante?

Venga, amigo, inténtalo. Tu yo del futuro te lo agradecerá.

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