El gobierno y los medios nos confirman la verdad.

Por primera vez desde que escribo este tipo de artículos, y tras muchos comentarios por parte de amigos y lectores, de ofendidos y obtusos, ya puedo decir con todas las letras que SOMOS GILIPOLLAS no porque la afirmación salga de mí, sino porque esta vez tengo un aliado que ha salido incluso en la tele para tratarnos del mismo modo que yo trato a nuestra sociedad cada vez que hace una estupidez digna de aplauso: y ese aliado es el Gobierno de nuestro país.
Y es que resulta divertido, por no usar una palabra que podría llevar acciones legales en mi contra, observar cómo una vez tras otra hacen cosas y se dirigen a nosotros con la seguridad de que todos tenemos un retraso mental severo o una base intelectual muy deficiente. Porque buscar por internet (hace meses, o años, que me negué a ver la televisión y sus noticieros o programas de debates llenos de embusteros y demagogos) y ver como una ministra de trabajo (y no usaré mayúsculas adrede) cuenta, entre risas y de un modo que avergonzaría a la peor profesora de parvulitos del mundo, porque ha subido el número de parados; o a un vicepresidente, vestido con una americana sacada del fondo de armario de algún abuelo con gigantismo, decir que en cualquier momento nos pueden quitar nuestro dinero para que el gobierno lo use en lo que vea necesario, y encima verle nombrar, y tergiversar, un artículo de una constitución que él mismo desprecia; o como el ministro de transportes, tras descojonarse en el congreso en mitad de una crisis, se pone chulito sobre si estuvo o no en las fallas; o ver al de sanidad, o al de consumo, o a la de igualdad, quedando como unos completos inútiles cada vez que abren la boca o hacen lo que sea, demostrando que están colocados ahí a dedo sin ninguna habilidad en la materia.
Y encima tener que ver como las televisiones les dan la razón.
Porque solo cuando alguien sabe que está hablando para gilipollas, para becerros que se tragarán todo el pastel aunque le dibujen una calavera en la parte superior, es capaz de decir y hacer estas cosas.
Porque solo cuando se está seguro de que va a recibir aplausos y defensa por parte de las mismas personas a las que les has reventado el culo a base de bien, es posible hacer lo que hacen y decir lo que dicen.
Pero, ¡oye!, ¡que no pasa nada! ¡QUE YA ESTAMOS EN EL PICO DE LA CURVA!
Salgamos todos los días a aplaudir a los sanitarios, que seguro que eso les ayuda mucho a la hora de hacer su trabajo. Seguro que oír como un grupo de incultos becerros, de payasos que se esconden en internet cuando la verdad salpica sus ideologías y les coloca más cerca de la hipocresía que de la razón, les da energías para seguir salvándonos, mientras se juegan la salud reutilizando mascarillas y batas y peucos y gorros y guantes. Seguro que sí, joder. Seguid aplaudiendo o cacerolando, que es para lo único que servís.
Pero oye, que no lo digo yo, que os lo está diciendo vuestro gobierno: sois unos idiotas útiles, a los que se les tiene que explicar las cosas como enfermos mentales con retraso mental severo. Es este mismo gobierno que habéis puesto ahí, y que es tan estúpidos como vosotros, el que os da la información a cuentagotas y os tapa cifras reales, que os dice que la apuestas deportivas han bajado porque no hay deporte, que os habla de ultraderecha mientras dice que no hay que hacer partidismos, o que sigue negando que no saben comprar ni en AliExpres, mientras vuelven a acercarse a la misma empresa que les timo a por más mercancía (y que tras esto hay una red clientelar y un intercambio de dinero que nuestro gobierno le debía a algunos interesados. No os hagáis los sorprendidos al leer esto, por favor).
Así que no os ofendáis, porque esta vez os lo digo con fuentes fehacientes: el gobierno constata que somos unos gilipollas a los que se les puede colar cualquier trola.
Sé que duele descubrir la verdad, aunque también estoy descubriendo lo divertido que es que tras años de decirlo una y otra vez, al fin he recibido mi premio en forma de confirmación gubernamental. Porque a veces para cambiar, para aprender, tenemos que sangrar de lo lindo. Y no voy a ser yo el que diga que nos lo merecemos, porque hay demasiados muertos sobre la mesa como para jugar con ellos (eso también lo está haciendo toda la rama política), pero sí diré una frase que, no por manida o cliché, deja de ser cierta en este momento:
OS LO DIJE.

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