Domingo por la mañana.
Sigo en pijama.
Dicen que la mejor manera de conocerse es pensando en lo que estás haciendo en el presente y, comparándolo con lo que hacen los demás, planteándote tu existencia. Eso, claro, si de verdad te importase lo que hacen los demás o tuvieras la misma seguridad que una tortuga panza arriba, porque de ser así creo que lo último en lo que deberías preocuparte es en tu existencia y centrar todos tus esfuerzos en buscar dentro de tu ser los cojones que te faltan para vivir realmente libre olvidándote de los demás, de sus vidas, de lo que ellos creen que es existir y ser feliz, y descubrir (quizá por primera vez en tu vida) qué es la felicidad para ti.
¿Qué es?, ¿que te abracen, te acepten y, finalmente, formar parte de un grupo?, ¿es quizá la tranquilidad que otorga el simple hecho de seguir unas ordenes sin pensar mucho y dedicarte en todo momento a acurrucarte en el puf que es la aceptación global? ¿Realmente queréis vivir rodeados de plumas que no se te clavan a traición mientras te susurran al oído los caminos que debes tomar para seguir siendo de la chupipandi?
Si es así, vale. Tú mismo, y suerte.
Si os estáis haciendo preguntas, podéis, si queréis, seguir leyendo.
La existencia es tan corta que en cuanto nos demos cuenta estaremos tumbados en una camilla de hospital mirando silenciosamente al techo, rezando por no sufrir un destructivo dolor final que nos arranque del todo de este mundo, por eso me parece a mí que pasarse todo el camino pensando en qué no hacer para que los demás nos sigan dando palmaditas en la espalda no es, ni de puta coña, lo más inteligente que se puede hacer en vida. Por descontado no estoy hablando de ser un puto troll, ni de andar todo el rato cabreado con todos, no. Hablo de hacerse preguntas, de no aceptar algo a primeras de cambio; hablo de pensar por uno mismo y olvidarse de los que te dicen que si no les aplaudes eres esto o aquello. Y tampoco estoy hablando de egoísmo o de agorafobia, no estoy allanando un terreno para que no lo des todo, si así quieres, por otra persona a la que amas o por tu familia. No hablo de eso.
Aquí, en pijama un domingo por la mañana, solo quería hablar de que la auténtica libertad, el escoger por donde va a ir tu camino en la vida, pasa por plantearte primero todo lo que te rodea, olvidarte de los dogmatismo y las amenazas emocionales de nuestro entorno, y luchar por todos los medios por no tener vergüenza cuando te mires de reojo en el espejo, tratando de que no coincida tu mirada con ese payaso cobarde que plantea toda su vida en base a discursos buenistas, panfletos que buscan separarnos como sociedad, y los idiotas analfabetos que desde los medios y con rodilleras se empeñan en convertirnos en esclavos, igual que lo son ellos, pero sin recibir la paguita que ha comprado su alma e integridad.
No se puede ir por la vida sin pensar, sin leer, sin planteárselo todo sin importar quién lo diga ni desde dónde lo haga, y solo si somos capaces de hacer esto tan complicado, eso que lleva tanto esfuerzo como pensar en nuestra felicidad real en lugar que en la que dicen que debemos tener, podremos llegar a sonreír por la mañana, incluso habiendo madrugado, sin hipocresía en nuestros labios. Porque se puede ser esclavo de un trabajo, o quedarte sin un plan y tener que estar, como yo ahora, en pijama y con un largo día por delante de relajarme en casa, pero nunca debemos decidir nuestro siguiente paso con el «que pensarán» dentro de nuestra ecuación.
¿Qué estáis haciendo hoy?, o mejor os hago la pregunta que de verdad importa: ¿sois felices haciendo lo que sea en lo que estáis gastando vuestro tiempo.