Abriéndoos los ojos a las 5:37

Esta mañana, paseando a mi perrete, me he dado cuenta de que la vida es como cualquier ciudad a las 5:37 de la mañana: oscura, fría, lenta, borrosa, y sobre todo, sin casi nadie en ella haciendo algo que valga verdaderamente la pena.

No he podido evitar sentir que cada calle que recorría, cada esquina que giraba en la que el perrete se meaba, eran metáforas perfectas de lo que estamos construyendo como sociedad y que, de una manera involuntaria y profundamente idiota, mantenéis en pie por una especie de misticismo barato que os hace creer que este es el camino correcto. Que por ahí vais de puta madre.

Pero no.

A título personal ya he comentado muchas veces que la estupidez que a la mayoría de vosotros os caracteriza, y que hacéis patente con vuestras pocas ganas de aprender, debatir con cabeza o simplemente siendo útiles de un modo no egoísta, ha logrado que mi esperanza por el futuro se vea cada vez más destruida, pues si no sois capaces ni de criticar/atacar al que nos da patadas en las espinillas mientras promete curar los huesos rotos mediante una sanidad pública que ni él utilizan, llegado el momento de la verdad estoy seguro de que os encontraré suplicando migajas al que os prometió solomillo igual que un perro hambriento al que le han arrancado los dientes. Y este vacío que me regaláis, la mayoría del tiempo con esa inconsciencia característica de los seres unicelulares, se ha hecho muy real esta mañana, a las 5:37 de la mañana, cuando nadie estaba siendo realmente útil y excepto cinco personas que solemos levantarnos a esa hora para hacer algo que no sea mirarnos el ombligo, pues es más sencillo estar recluido entre cinco paredes, a salvo, seguro, que salir a la calle y gritar tres verdades o hacer que tus pasos suenen a través del vacío en el que se está convirtiendo nuestra existencia, vivíamos.

Entonces mi perrete ha cagado, y su ano ha trabajado más en ese momento que muchos de vosotros y todos esos músculos que os forman.

Curioso…

La utilidad de nuestra sociedad, y el futuro que construimos como masa, suele ser igual a cero la mayoría del tiempo, pues anteponemos comodidad pasajera y falsa seguridad, a la “traicionera” acción de abrir los ojos para no aceptar como marionetas todo lo que nos lanzan a palazos esos granjeros que nos tienen recluidos en esta repugnante piara mal llamada “democracia”. Son dignos de suicidio cada uno de los pasos que dais creyendo en los medios y el líder de turno, usando como linterna esa bipolaridad característica del forofo de fútbol que no ve faltas en su defensa estrella, y el problema no es que seáis gilipollas, que para el caso es casi lo único que muchos saben ser, es que hay detrás de muchos de vosotros un largo séquito de tontos útiles, que marchan en una conga infinita que baila alegre, porque cree que cuando acabe la canción habrá algo bajo sus pies que no sea un profundo hoyo que los tragará para siempre.

Pero ahí seguís, bailando y escupiendo a los que paseamos a las 5:37 de la mañana, con los ojos abiertos y con ganas de comenzar a andar, mientras vosotros dormís la borrachera del día anterior, o rezáis por siquiera levantaros, porque sabéis que cuando acaben esos sueños húmedos os vais a topar con una vida en la que no tenéis ninguna motivación más allá de seguir respirando y pensando que sin hacer nada todo está hecho. Todo está solucionado. Y entonces os unís a una nueva conga.

Últimamente estoy muy pesimista con respecto al futuro, pero cuando ves que poco a poco cada paso del plan maestro del buen pastor se va haciendo realidad (devorando primero lo medios, después a los enemigos, y al final teniendo gente dentro del pilar maestro de la Justicia, que es capaz de archivar querellas que no sean buenas para la vida que se están pegando los líderes a base de quemar todo el dinero que muchos nos ganamos a base de trabajar todos los días), y lo peor, que nadie parece o quiere darse cuenta porque, al menos, los que los están destruyendo son de los suyos, pues pocas palabras amables quedan dentro de la mochila.

Pocas flores y muchas piedras quedan en ella.

Pero yo seguiré estando despierto desde las 5:37, atento a quien pone las carreteras que vais a pisar sin entender qué estáis pagando verdaderamente por ellas, y sobre todo haciéndome una pregunta: ¿cuánto vais a tardar en levantaros y, seguramente sintiéndoos muy idiotas, comenzar a poner un pie por delante del otro libremente?

Muchos seguiréis eternamente dormidos mientras mi perrete se mea en vuestra puerta, pero algunos, lo sé, os habéis cansado del olor a meados en los calcetines.

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