Toc, toc, toc…

TOC TOC TOC TOC TOC
No pueden saberlo. No deben.
TOC TOC TOC TOC TOC TOC TOC TOC
¿Quién se lo habrá dicho? Nadie lo sabe, solo yo, aquella pared, la farola y el perro lleno de bichos impronunciables que se es escondía tras aquella caja de naranjas «El olivo». Mal nombre para una marca de naranjas.
TOC TOC TOC TOC TOC TOC TOC TOC TOC TOC
Ahora todo es silencio. La puerta consigue hacerlo desaparecer levemente, pero aquí sigue, hermoso como siempre lo ha sido. Como siempre me ha querido.
Nada es real. Y nunca más lo será.
La tranquilidad es la sensación que me inunda, y me sorprende.
No creo que pueda escapar pidiéndolo amablemente y, aunque lo intentara, es la policía, ellos no escuchan, solo golpean, aceptan sobornos, desalojan a los okupas, matan sospechosos y, en alguna ocasión contada, ayudan a la viejecita de turno a cruzar la acera o ponen multas solamente para llegar al cupo mínimo que deben alcanzar cada mes. Son unos bestias, unos animales sin compasión, ¿cómo puede existir gente así? Vaya, lo olvidaba, son de la raza humana. Eso lo explica todo.
Sigo sin moverme, no sirve para nada seguir intentándolo pues la energía no debe ser malgastada en caprichos sin futuro (consejo paterno), así que hago lo propio y solamente espero.
Tardan mucho en entrar… bueno, aprovecharé para ordenar las ideas un poco, empezando por el famoso y trillado «porque» para llegar, al cabo de un rato, al famoso «donde».

Porque – «lo pedía a gritos, lo merecía, cualquiera lo habría hecho», son típicas excusas pobres de mente enferma, de personas que se han topado con tantos muros y cloacas en su vida que no les queda más que decir eso para poder justificarse. Por lo tanto, las acepto. 10 puntos. Aplausos del público.

Quien – Andrés. Ese nombre lo gritan mucho en todas partes, sin parar, sin esperar respuesta, solo porque les sale sin pensar llegado el momento. He llegado a odiarlo.

Cuando – solo 3 horas han pasado. Miro el reloj para asegurarme, porque tengo la sensación de que en realidad hace 3 años que ha ocurrido, pero no me engañare, nunca he mentido. Hace 3 horas.

Como – rápido, demasiado. Dicen que las cosas se hacen rápido cuando no se sabe bien lo que se está haciendo, pero no creo en esa mierda de afirmación. Fue rápido, sí, pero porque los dos lo deseábamos. Y lo sabíamos.

Donde – tumbada en mí casa. En mí salón. La moqueta no parecía que pudiera absorber tanto líquido cuando la compré, pero así es. La sangre fluye rápidamente, se deberá a mi afición al deporte. Un corazón fuerte bombea rápido, eso tengo entendido. Entre mis labios pintados de color azul, o lo que queda de ellos, hay un agujero humeante. Mi mano parece que está lejos si la miro desde aquí, pero no lo está. Sostiene la pistola de Andrés, le gustaba cazar. Demasiado, en el campo y en la ciudad.
Cazó a muchas a mis espaldas, hasta que le paré.
Aquel perro lo vio y oyó el disparo y el sonido del cuerpo del hijo de puta de mi marido contra el suelo al caer.

¿Y yo?
Bueno, Digamos que aquella pistola tenía dos balas con nombre.
La primera: Andrés.
La segunda: Perdón, no me he presentado. Me llamo Sarah.

Deja un comentario