PASOS A SEGUIR PARA INVENTAR UNA REVOLUCIÓN

Aviso, para empezar, que no me voy a explayar mucho en la explicación de los pasos, ya que a quienes va dirigido (los que son manipulados para crear “revoluciones”) no son muy de leer y mucho menos de dominar la comprensión lectora.

Vosotros, sí, vosotros que salís a la calle y quemáis mobiliario urbano que después pagan vuestros padres adinerados o los que madrugan (ya sabéis, eso de salir de la cama cuando aún no ha salido el sol y comenzar a ser útil a la sociedad bien temprano), este texto tiene una única motivación: que penséis qué estáis haciendo, por qué y quiénes os están llevando con correa.

Veréis, todo empieza con:

 

Llegar al poder: no importa si es de tu escalera, de tu barrio, de una asociación o, por ejemplo, de vicepresidente del gobierno. Lo importante es que tengas cierta autoridad, de esa que consigue que hagas lo que hagas habrá un gran número de zombis dispuestos a tragarse cualquier cosa que digas o que caminen en la dirección que tu dedo señale.

Puedes lograrlo de muchas maneras, como mintiendo o infringiendo la ley, o las dos, pero también ayuda que tus papis sean gente adinerada, ya que más tarde, como veremos, eso te pondrá a la altura de los que lanzas a queman las calles.

O puedes ir a Amazon y adquirir mi pequeño ensayo GUÍA DEL BUEN PASTOR, donde profundizo en este punto.

Inventar un enemigo/heroe: este paso puede hacerse también para llegar al poder, pero si ya estás en la cima crear un enemigo claro (a base de mentiras, por supuesto) o un mártir/héroe es una buena forma de seguir cegando a los zombis. Ellos, que como he dicho antes ni leen ni comprenden, se tragarán tus trolas sin que siquiera tengas que prepararlos, porque necesitan esa droga llamada “lucha por la justicia” para sentir que hacen algo útil con sus insignificantes vidas.

Señala un objetivo: puede ser la libertad, la justicia, hacer caer al poderoso (que eres tú, pero vuelvo a repetir: tus zombis no saben pensar) o cambiar alguna cosa que nadie sabía que necesitaba hasta que les has “abierto” los ojos. Una vez les hayas metido bien por el culo a todos los esclavos tu panfleto, ellos, serviciales y sin mucho que perder ya que la mayoría serán pijos redomados o niñatos que no tienen nada que perder ni han creado nada en su miserable vida, saldrán a destruir la paz mediante acciones violentas que sólo tendrán cierta importancia por ese efecto dominó característico de la raza humana, en la que alguien suele caminar en una dirección solamente guiado por el miedo a quedarse sólo cuando todos actúen como ovejas en fila listas para ser trasquiladas.

Anima a los violentos: para hacer esto, siempre, es recomendable que utilices a mamporreros no tan inteligentes o útiles como tú (será difícil, lo sé), pero que sepan hacer sus necesidades bajándose antes los pantalones para que los zombis también le tengan cierto respeto. Este sub-ser le dará vida a las palabras que tú no tienes huevos a decir, cosas como seguid así, que vais bien o teneís una meta importante, así que no paréis. Así que además de limpiarte bien las manos conseguirás que si algo acaba mal (muertos, perdidas de ojos, denuncias…), tú no seas otra cosa que alguien que miraba ajeno a los vándalos y a la violencia descontrolada; un moderado.

Mueve ficha: cuando todo esté en llamas, cuando el agotamiento de los violentos y la gente normal llegue a ese punto en el que todo les de igual, deberás prometer algo que “devolverá” la paz a la sociedad. Debido al estrés y la desesperación, y sobre todo a que en ningún momento se habrá vendido una alternativa mejor por falta de interés o servilismos de la élite, nadie se dará cuenta de lo que estarás instaurando: una dictadura totalitaria en toda regla. La gente lo intuirá, pero lo defenderán porque no tienen otra cosa y, además, no será muy diferente a lo que habían estado viviendo en las calles, con sus altercados y robos y violaciones de las reglas básicas de convivencia, así que, serviciales, descerebrados y totalmente incultos, dirán que sí al cambio y se sentarán, pacientes, a esperar que la vida se acabe.

 

Y así, pequeños incultos descerebrados, es como los poderosos os están colocado donde estáis: en las calles destrozándolo todo e hiriendo a policías y a los de vuestro propio bando (¿una bola de goma hace heridas con forma de corte en la ceja? ¿Y eso de lanzarle patinetes y señales de tráfico a UNA mujer policía?, ¿dónde está vuestro feminismo ahora?). Pero esto ya lo sabéis, ¿verdad?

Porque reconocedlo, todos sabéis que no estáis en la calle porque hayan metido en la cárcel a un delincuente reincidente con menos cerebro incluso que vosotros (y que a estas alturas ya se habrá deshidratado de tanto llorar en su celda como una niña pequeña con una rozadura en la rodilla. Y eso que aún no se habrá duchado…), sino porque os han dicho que hay que derrocar al estado e instaurar una dictadura de las vuestras. Todos lo sabemos, no os hagáis los tontos. El único problema aquí es que estáis agitando un avispero que en nada se va a parecer al que ya crearon los vuestros en 1936, y la sociedad normal e inteligente está demasiado harta de mentirosos hipócritas, de ladrones con ropa de Alcampo, de lecciones moralistas dadas por quienes no tienen vergüenza y, sobre todo, porque sabemos que no tenéis ni media hostia y, en algún momento, os acercaréis a una zona o haréis lo que no deberíais y, ZAS, puede que vuestra suerte se acabe.

Los más cultos en temas históricos dirán: ¿y no crees que será esto lo que quieren, otra guerra civil?, y diré que claro que es lo que quieren, porque es la única manera en que este tipo de gentuza puede llegar indefinidamente al poder, pero al igual que en la anterior que iniciaron ellos porque creían que iban a ganar, se encontrarán con el mismo problema: su peor enemigo será única y exclusivamente su completa falta de recursos y su incapacidad para ser mínimamente hábiles en algo que no sea destruir, asesinar y jodernos la vida a todos.

Así que pequeños niñatos pijos sin más lectura que el libro de autoescuela: quedaros quietos un segundo y pensad que si paráis ya, ahora mismo, no os pasará nada.

Prometido.

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