Sociedad rota

Hay quien cree que la libertad de expresión sólo sirve para tirar basura sobre los demás, para soltar odio, para exponer mediante insultos argumentos inestables o para dar rienda sueltas a los bajos instintos más repugnante.
Hay quien cree que la libertad de expresión es lapidada cuando se encarcelan a personas que, ya sea en discursos, canciones, textos o poemas, insultan o amenazan de muerte a sus semejantes no desde la ficción o la burla, sino desde la visceralidad más perversa buscando en sus seguidores una chispa que destruya la paz para «recuperar» quimeras falsas o sueños imposibles.
Hay quien cree que la libertad de expresión sólo vale para los que dicen lo que a ellos les gusta, pero después pierden el culo cuando les insultan, amenazan, burlan o ponen sobre la mesa su figura públicamente; en ese caso la libertad de expresión pasa a ser hostigamiento y peligro, pasa a ser alarma-antifa o, directamente, se escudan en la censura para defender su libertad.
 
Hay quien cree que quemar una ciudad, destruir edificios, robar en tiendas, romper coches y motos de particulares, golpear a policías o lanzar piedras, señales de tráfico y botellas es libertad de expresión, es revolucionario; que está bien.
 
Sólo un pobre infeliz o un descerebrado pueden aplaudir lo que pasó ayer en diferentes ciudades de Cataluña sin bajar la cabeza mientras lo hace. Sólo alguien que no entiende la verdad tras la sobada expresión de «libertad de expresión» ni la palabra «fascismo» puede quedarse callado tras lo que he visto en videos por internet y que me han pasado personas cercanas a la comisaría de policía de Vic.
Sólo, por el amor de Dios, alguien que no sabe nada de la vida y la libertad puede creer que mediante lo que pasó ayer, a manos de una turba de niños de papá con nada más que panfletos en la boca, pueden cambiar las cosas. Porque solo cuando no se sabe contra qué se lucha, cómo hacerlo de un modo útil, ni porqué se da el paso y además te llevan con correa hacia el agujero donde debes mear los mismos que deberían protegernos, pueden pasar cosas como las de ayer sin que todos como sociedad nos sonrojemos y asintamos al decir «esto no está bien, ni debe volver a ocurrir».
 
Bares y tiendas cerradas, negocios arruinados, personas suicidándose por la ruina y otras muriendo de una enfermedad que nadie gestiona ni quiere gestionar en España, y encima de todo esto una clase política y cultural que sólo les lanza huesos a los intelectualmente limitados para que hagan de cortina de humo a favor de delincuentes que en cualquier país con dos dedos de frente llevarían años comiendo desechos en la peor celda del mundo.
 
Es la última vez que voy a hablar de esta situación, porque es agotador. No sabéis lo que cansa ver a tanta gente buena e inteligente, a amigos y plataformas o colectivos útiles, que no quiere entender lo que pasa ni porqué, pues prefieren usar esloganes bonitos sobre cultura para llevarse algo de publicidad por miedo o por falta de conocimientos, mientras abrazan a los que aplauden a los terroristas y desean la muerte de dirigentes políticos de todos los espectros; incluyendo los suyos y que después votan perdiendo el culo en cuanto les dejan.
 
Somos un país que se va a la mierda, que no tiene solución en manos de quienes estamos, y hasta que no os vuelva a todos ese ímpetu con el que luchabais contra los anteriores presidentes del gobierno (a los que, a diferencia de ahora, culpabais de todos los males) y los delincuentes y vándalos que nos roban, violan, golpean y matan sean tratados como lo que son, delincuentes sin ningún tipo de derecho, no volveremos a ser una sociedad digna de ser llamada así.
 
Buenos días a todos, excepto a los que quieren que nuestro país acabe siendo una selva llena de trepas de cualquier nacionalidad dispuestos a hacernos la vida imposible a aquellos que queremos paz, estabilidad y respeto: a estos, que os jodan, y me vais a tener siempre en frente.

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